EL PULPO [y otros poemas] 2002-2013
- Fabián Leppez
- 20 ago 2010
- 4 Min. de lectura
![Tapa del Libro EL PULPO [y otros poemas] editado por Ombligo Cuadrado ediciones y ArbolAnimal](https://static.wixstatic.com/media/f8703f_931c56244b644d01ab38d1b1f6cc5816~mv2_d_1420_2250_s_2.png/v1/fill/w_980,h_1553,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/f8703f_931c56244b644d01ab38d1b1f6cc5816~mv2_d_1420_2250_s_2.png)
El Séptimo Día
Al fondo de un barrio sin terminar en casas de tergopol, los vecinos hacen fila con baldes y botellas un domingo a la tarde para acarrear agua de la única canilla que hay en la zona. Uno de ellos, por auriculares escucha cómo, mientras el partido se suspende, los bombreros arrojan litros de agua a los hinchas que - colgados del alambradogeneran disturbios en la popular. El delantero, observado desde el palco, cuenta doce pasos pensando cómo cambiará su destino si acierta ese penal. El vecino cuenta las doce personas que lo separan de la canilla y piensa lo lindo que sería estar en esas tribunas insultándolos a todos y mirando de reojo al Diego que se asoma cada tanto a saludar.
Balada Para No Morir en el Sarmiento
Un vagón repleto de personas que miran por la ventana. El silencio es un embrión que duerme en sus pechos. Padres de veinte con la foto del hijo en el celular. Síndrome de amor de locura y de muerte/ Pesa la noche como un perro enfermo. La aspirina es el condimento que domestica la angustia. Un tren estalla y nadie grita. Todos maúllan atrapados con la luna al cuello. Un hombre levanta la mano y ofrece su asiento. Una mujer se abre de piernas y le da de comer al mundo.
Vacaciones de Cigüeña
Hoy es uno de esos días
en que la muerte te viene a visitar.
Y estás medio en babias, recostada en
el sillón leyendo una revista Natura.
Te ofrezco un calmante de esos
rosaditos y no querés/
Te ofrezco mate y no querés/
Te ofrezco sexo y no querés/
Te ofrezco amor y no querés/
Doy una vuelta para no enfadarte
y te enojás.
Me quedo al lado para no dejarte sola
y te irritás.
Y hablás mal de tus compañeras de
laburo, de lo trepadoras que son.
Y repetís que estás cansada,
que querés trabajar de otra cosa,
que vas a empezar un curso de
insectología sólo porque
te molesta no saber.
Mirás en el noticiero el informe
de que, a una mujer, el marido
la prendió fuego y me decís:
“Seguro que era una conchuda”/
Hoy es uno de esos días
en que hace erupción el volcán de
tu femineidad y aún no se si
te incomoda más ser mujer
o no tener un hijo adentro/
No sería extraño que en un rato
me observes roncamente
y me pidas un tiempo.
No sería raro que esta noche
quieras que me convierta en gusano
y me sumerja dentro tuyo
para sentir el parto que
este año no vas a tener.
Wachos
Siempre eyaculo con el preservativo puesto.
Lo retiro, lo anudo
y lo arrojo al tacho.
Todos mis hijos terminan en la basura/
Entre la yerba del mate y
los paquetes de fideo/
Todos mis hijos terminan en un canasto
en la vereda y se los lleva el camión
por la mañana.
A veces quisiera correr detrás del basurero,
romper las bolsas y rescatarlos/
Darles cobijo.
Ya cumplí los quince.
Quince años tirando hijos.
Mientras, preparo un poco de polenta
y hago un llamado
para no dormir solo esta noche.
EL PULPO
Mientras leo tus poemas y miro
tus poses frente a la cámara/
Tus dibujos/
Pienso en todo el ardor que debe habitar
en ese útero.
En ese fuego que los hombres no tenemos.
En ese pulpo que asoma sus tentáculos por
la vagina y empieza a pegar chirlos.
Y te hace escribir/ dibujar/ actuar/
hablar verborragicamente/
histeriquear/ cuando el no siempre es
la primer opción/
Hacer varias cosas en simultáneo
mientras planeás lo que viene,
lo que viene…
Pienso cómo se debe sentir llevar
un pulpo adentro
que te arrastra por la casa y te lanza a la calle
haciendo un fuete
y te desangra cada 28 días no sin antes
volverte asesina serial
en los dos o tres días previos.
Inflando una burbuja que revienta
en sangre y dolor.
En pedidos de auxilio irreconciliables/
Tu humor descascarado y
esas ganas de ser abrazada infinitamente.
Esa conciencia de saber que das miedo
porque sos rock
y un pulpo habita en tus entrañas.
Son esos días en que pienso cómo es tener
las piernas tan lisas y la entrepierna totalmente
depilada, como si supieras de antemano
que hoy ibas a coger/
Que hoy iba a entrar un hombre ahí adentro
siendo que saliste sola y
sin tener onda con nadie/
Es ahí cuando no entiendo cómo se debe sentir
vivir con un pulpo adentro,
con una lámpara que te quema por encima
de los muslos y planta girasoles
en tu abdomen.
Es ahí cuando no entiendo cómo se siente
esperar que una persona te habite, te deforme
y después te abandone para, con suerte,
venirte a visitar un domingo cada tanto
y darte una pensión, mínima,
para que no te mueras de hambre.
En compensación por haberle dedicado una vida.
Tu vida, la misma que gemía con ese pulpo adentro
mientras te penetraban, mientras estabas pariendo
y los tentáculos hacían fuerza para que salga.
Para que vuelvan a estar solos los dos.
Ahí, forcejeando contra el autoestima.
Contra los tentáculos del pulpo de tu hija más linda
y su pista de hielo de planetas chocadores.
Vos misma, ahí, mirándote despeinada y desnuda
frente al espejo, viendo los tentáculos
asomarse sobre tu espalda y abrazarte los pechos.
Mientras otro baja, te agarra fuerte
la entrepierna y te dice:
“ésta sos vos/ ¡Hacete cargo!”/
Mientras, nosotros nos juntamos a hablar de
fútbol y de qué linda que se puso la hermana de Juan
ignorando que ahí también vive un pulpo
que la obliga a elegir diez veces con qué ropa salir/
con qué accesorios/
y qué escuadrones de defensa personal llevará
bajo la blusa sin notar que será el pulpo
quién decida por los dos.
Un Cupido con Flechas de Grasa*
Como hombre lobo,
o vampiro/
En esas noches
soy un ser inservible.
Los dos lo sabemos.
El boletero lo sabe.
A ninguno le interesa la película.
Elegimos cualquier cosa
y entramos.
Lo importante es estar en lo oscuro.
Tranzar.
Pasarte la mano por ahí sin que
el de al lado se de cuenta.
Los tres sabemos que se ubicó cerca
a propósito.
Todos sabemos para qué entramos a la sala.
El actor sabe para qué actuó.
El director sabe para qué filmó.
La distribuidora sabe para qué invirtió.
El empleado sabe qué es lo que encuentra
debajo del asiento.
Ya no interesan los buenos guiones/
la escena lograda/
la actuación memorable/
El pochocho caliente está sobre tus piernas
y yo te acaricio lento por debajo del balde.
A eso vinimos.
A que nos fleche
un cupido con flechas de grasa.
Todos invertimos para que esto se produzca.
Todos pagaremos por revivirlo otra vez
con otra/
* Título de una crítica de cine de Diego Brodersen.