Ver la Carne Transpirar - Poemas 2015
- Fabián Leppez
- 27 nov 2015
- 5 Min. de lectura
SOMBRAS Y SOMBRILLAS
Los pobres del conurbano nunca vimos
las aguas claras.
Esas aguas turquesas que aparecen en
los calendarios y en los programas
turísticos.
Se nos corta la luz a cada rato y
cada vez que se interrumpe, recordamos
que debemos comprar
una luz de emergencia.
Cuando el barrio se queda a oscuras,
salimos a la calle y hablamos con
el vecino con el que no solemos charlar.
Planteamos conjeturas sobre el porqué
del desabastecimiento como buscando al
autor de un crimen pasional y nunca falta
el que le echa la culpa a los paraguayos
del asentamiento nuevo.
El kiosco rebalsa de compradores compulsivos
de velas y en doble fila rogamos
no quedarnos sin nuestro paquete.
En la cola continúa el debate del porqué
del apagón hasta que aparece uno que tiene
la posta y los demás nos quedamos callados.
Dentro de las casas, desempolvan los juegos de mesa
y la mirada está atenta a la ventana.
Cruzan dos desconocidos y desconfiamos
más de lo normal.
Los teléfonos se quedan sin batería
y la angustia vierte la piel de terciopelo
cuando notamos que sin luz, no somos nada.
Porque hay que cuidar la reserva de agua.
Porque hay que cuidar las escasas velas.
Que hay mucha noche por delante
y no sabemos cuánto va a durar.
Y cuando no hay luz, no podemos
ni ver los calendarios ni imaginarnos
tirados en esas playas de arena blanca
y agua turquesa
disfrutando
como si el dinero hiciera la felicidad/
Como si la electricidad no fuese necesaria
con un vaso de licuado en la mano,
una sombrilla de palmera y una morocha
paseándose delante nuestro en bikini
como si los muertos de África
no fuesen importantes.
Como si el cerebro de Newton
nos trajera la salvación.
DEDOS EN LA GARGANTA
Cuando la mentira enrosque
un alambre de púas en tu cuello,
dedos en la garganta.
Cuando los ojos sean testigos de
una masacre,
dedos en la garganta.
Cuando el gato te llena de pelos
el almohadón,
Dedos.
Dedos en la garganta
purgando
haciendo lugar para que entre
lo nuevo,
lo artesanal.
Un niño muere por desnutrición a
media cuadra del impenetrable
en Chaco/
El obispo Djalma haciéndote tocar
el manto consagrado en Av. Corrientes 4070.
Los hinchas de riber prendidos al alambrado
llorando por el descenso de su equipo.
Los hinchas de riber encapuchados
entrando a la cancha a pegarle a los jugadores.
Sangre.
Corre mucha sangre cuando te metés los
dedos en la garganta.
En las semillas de Monsanto y en
Las fotos de parejas viejas.
En los saludos esquivados y en
las escuelas de modelaje.
Sangre en la nariz.
Dedos en la garganta y a fumar en el
balcón con el brazo asomado por
fuera de la ventanilla.
En la cena de gala de ese casamiento
por interés donde fuiste rehén de
una lista de regalos en Frávega
y te sentiste choto.
Tan choto que compraste el regalo igual
para no quedar mal y al volver a
tu casa, entraron
los dedos en la garganta y
la angustia en el corazón.
En ese corazón que no cruje hace rato
y hoy se siente inflamado,
abollado,
víctima de un matón.
Pero hay sangre
debajo de la nariz,
frente al espejo donde
se hundieron los dedos y el amor
pareció escurrirse por la rejilla.
Resaca.
Cirrosis hidráulica arremolinando en el
fregadero y, de inmediato,
dedos en la garganta.
Buscapina.
Té con limón.
Recuerdos trizados,
imágenes rotas.
Lujuria.
Dos cuerpos bombeando sin compasión.
Dedos en la garganta.
Bombachas corridas y
medias perdidas.
Lentejuelas brincando descalzos sobre
calles de tierra.
Una pareja atracada por un ladrón
en una calle oscura.
Un ladrón comprando en el kiosco
una cerveza con plata robada.
Un kiosquero atendiendo por una
ventanilla chiquita y enrejada.
Dedos en la garganta.
Sangre en la culata del revolver.
En la conciencia del ladrón.
En las manos del novio justiciero.
En el martillo del juzgado.
En el bolsillo del juez.
Sangre.
Corre mucha sangre cuando uno se
come los dulces de la piñata.
Y entra todo ese polvo por la nariz,
por las arterias,
por la mugre que queda debajo
de las uñas succionadas por la canción,
por la garganta.
Por los cadáveres desaparecidos en democracia
y sepultados por el silencio.
Sexo anal por primera vez.
La pija adentro.
Un trabajador mirando incansablemente
el reloj esperando la salida.
Faltan 15 para las 5:00/
Faltan 12 para las 5:00/
Faltan 9 para las 5:00/
Sangre.
Dos motoqueros con el brazo estirado
tratando de arrebatar una cartera.
Una mano rozando la cierra sin fin
en la carpintería.
Un tupper con comida.
Dos pastillas flotando en un vaso con agua.
Un vendedor de Herbalife.
Una hamburguesa comprada a la salida
de un recital.
Dedos en la garganta.
Sangre.
Epilepsia.
Desatar con los dedos el nudo de
la garganta.
Desatar la asfixia del nudo de la corbata.
Desatar los cordones con los ojos cerrados
y arrojarse a la cama.
Sangre.
Dedos y uñas mordidas
en la garganta,
en el oído,
en el ano.
En la certeza con la que se señala.
En la fricción con la que se sufre.
POR LAS NOCHES
La soledad es un Torino tuneado en los 90
abandonado en una estación de servicio aniquilada
en un pueblo de Santa Fe.
Es un cosechador vendiendo frutillas al costado
de la ruta en cajones de madera reusados.
Es una norteña que cocina tamales en un parador
por si acaso pasa alguien y compra.
Es un ayudante de albañil yendo a trabajar en bicicleta.
Es la bicicleta del albañil atada con cadenas a
un poste durante todo el día.
Una bicicleta que el viento zamarrea y queda tirada
en medio de la vereda hasta que la desatan.
La soledad es una factura con dulce de membrillo
abandonada en el plato.
Es un alfajor de fruta que espera ser vendido.
Una falta de ortografía esperando que la corrijan
en un documento de Word.
La soledad es una chica con una remera de Greenpeace
buscando voluntarios en una estación.
La publicidad de un candidato que perdió
en una elección pasada.
Un corte de luz en medio del campo.
La soledad es una guirnalda que quedó pegada
en la pared después de un cumpleaños.
Es una media que sale del lavarropas sin
su compañera. Una adolescente que se
queda mirando en el boliche cómo
su amiga tranza con desconocidos.
Es una botella de termo rota
envuelta en una bolsa.
El cosito de la pizza esperando que lo valoren.
Un nene queriendo jugar solo en el subi baja.
Un nene esperando que su padre
lo venga a visitar.
La soledad es un puré de zapallo sin sal.
Un puente sin terminar.
Un banderillero esperando que pase el tren
a la noche.
Esperando que vuelva el temblor.
MEDUSAS
A Caro Lesta.
Las medusas no tienen alas/
Ni piel/
Ni huesos/
Ni corazón/
Ni sangre/
Ni cerebro.
Las medusas son como vos y yo
cuando cogemos sin forro y parece
que nada nos separa.
Una bolsa de lágrimas flotando en
medio del océano.
Un detector de mentiras que nos
escanea en la cama y enciende las sirenas.
El amor es esa medusa que
flota adentro nuestro y
no podemos palpar.
El amor es ésa medusa sin cerebro
que no razona y choca contra el barco.
Ésa medusa sin huesos que
no se quiebra y puede
reflotar.
Ésa medusa camuflada que se retuerce y no desangra.
Esa medusa sin piel que siente
sin estuches.
El amor es ésa medusa sin corazón.
La medusa es el mismísimo corazón
con tentáculos y alambre de púas.
Con rulemanes rotos.
Ves ésa medusa tirada en la playa
muerta, la misma que un nene tocó
con un palito a ver si sobrevivía?
Ésos son los restos de un amor pasado.
Ésos son los restos de un amor que
hizo daño y sí, no todo lo que flota
en el océano es impermeable.
No todos los inviernos
tienen que funcionar.
Hay una medusa flotando en
el centro de tu pecho
con eléctrica luz, que cambia de color
como ésas luces navideñas que
generan ilusiones,
como ésas alarmas que suenan
a la hora correcta y uno elige
dormir 5 minutos más..
El amor es ésa medusa que succiona.
Y nosotros sin piel, ni huesos,
ni cerebro,
con la sangre coagulada,
nos dejamos esfumar el corazón
en los labios de un toxicómano.